Taylor Swift nos sorprendía solo cinco meses más tarde del estreno del anterior con su nuevo disco. Una continuación de Folklore, que la hace su hermanita pequeña que mantiene la estética del mismo; pero que hace obligatorio las comparaciones.
Un álbum en el que el principal foco son las letras, con muchas historias que se van entremezclando entre sí, pero no cuentan nada que interese demasiado, donde también se mezcla fantasía y realidad. Taylor nos habla de la soledad, de personas que dejan tu vida, duelos, lo que hace un disco muy desolador y frío pero en este caso deja un rayo de luz a la esperanza.
Vocalmente podemos ver una voz sencilla, muy cuidada, dulce y cálida, en el que los coros más graves se los llega hacer ella misma.
La producción también mantiene la estética de la letras, con una esencia sencilla, fría, delicada y orgánica, donde se escuchan sonidos de cuerda que se tocan con muchísima fragilidad; que dan una sensación de sosiego y calma. La pega podemos ponerla en que esa producción se repite constantemente en todas las canciones y hay muy pocas que sobresalgan del disco al completo.
En definitiva, Taylor Swift nos vuelve a traer una segunda parte de un disco anterior que rompía y hacía historia en su carrera por traernos algo diferente. En este caso vuelve a ser lo mismo y deja una sensación de querer algo más. Aunque si analizamos el disco individualmente, nos deja sin palabras, nos ha encantado la forma en que cuenta las cosas, las metáforas que utiliza y como ella te va dirigiendo e introduciéndote en las historias.
NUESTRO TOP 3: No Body, No Crime, Willow y Gold Rush
NOTA: 8,3
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