miércoles, 10 de agosto de 2022

CRÍTICA | BEYONCÉ: RENAISSANCE ACT 1

Como sabéis, queridos Little Princess, el pasado 29 de julio, se estrenó Renaissance el nuevo séptimo álbum de Beyoncé, y para continuar con la sección en Nemesis de críticas de álbums, comenzamos con el nuevo disco de Beyoncé, Renaissance.

Han pasado más de seis años, desde que nuestra Beyoncé nos entregara su último trabajo discográfico Lemonade, aunque no han sido seis años de sequía absoluta, hemos podido disfrutar de su proyecto junto a su marido en Everything is Love, su Homecoming de Netflix y su participación en la banda sonora del Rey León: The Gift. Beyoncé nunca para, pero si es cierto que sus fans estaban sedientos de un gran proyecto bajo su nombre. 

Nada más y nada menos que Renaissance, y decimos eso, porque el título ya de por si, no puede venir más cargado de ambición; si es cierto que cualquier otro mortal lo llama así y ya estaría crucificada, pero Beyoncé es la adecuada para usarlo. En un principio estamos ante el primer acto de tres, según se rumorea porque ella ni confirma ni desmiente, pero se rumorea que cada acto reflejará una visión de la música de baile.

Todo este concepto se fragua, tras la época que hemos sufrido en la pandemia, en la que todos hemos estado encerrados en casa, y en el que todos hemos añorado las pistas de baile; ahí nace Renaissance un disco para celebrar, renacer, volver a vivir experiencias y volver a sentirnos libres.

Partiendo con esta premisa, Beyoncé se adentra en la música de baile y lo más importante en sus orígenes, trasladándonos en el tiempo a los años 80's y 90's, metiéndose en las profundidades en lo underground y en los ballroom de Nueva York de esa época; donde la música de baile comenzaba sin el calor del público genérico hasta que las grandes divas lo catapultasen. Para ésto, Bey utiliza como apoyo un sinfín de samples de canciones míticas de la época. Samples perfectamente puestos, que casan a la perfección con la temática de la canción en la que se incluye. Les da una segunda vida, los hace renacer de nuevo en pleno 2022.

Respecto a la producción, nos encontramos ante el disco mejor producido de la carrera de Beyoncé. Nos trae uno de los mejores equipo de productores del panorama musical actual y del pasado, para traernos un amplio abanico de estilos, con una nitidez exquisita, centrándose en lo clásico, sin un especial vanguardismo. Es de admirar el increíble diseño sonoro, no solo por la complejidad de la fusión de los samples con las melodías actuales, sino por el gran trabajo en los interludios y en las transiciones entre pistas, que da la sensación de escuchar un único bloque y donde se juega con diferentes atmósferas acelerando y decelerando el ritmo. Es muy importante destacar la percusión en el disco, acercándose al afrobeat, para que no se nos olvide que el origen de esos ball, provienen de esas minorías racializadas y pertenecientes al colectivo LGBT.

Respecto a las temáticas, podemos ver que no hay un hilo conductor, que le quita algo de valor al disco y te aleja un poco del ser humano, y mucho más tras haber recibido todo lo contrario con el anterior Lemonade. Bey se centra en abordar la diversidad, en el empoderamiento de las minorías y en su disidencia con las "nuevas ideologías políticas emergentes de extrema derecha" cada vez en más auge. Obviamente otro tema fundamental es el feminismo, que una vez más lo hace eslogan suyo, pero en esta ocasión con diferentes enfoques a como lo había hecho anteriormente. 

En definitiva, Beyoncé renace y actualiza los sonidos y letras más característicos de su carrera hacia ésta nueva visión; desmarcándose de la tendencia actual de canción de dos minutos y medio y en el que esta ocasión sin promoción alguna, nos deja a la imaginación que todos creamos en nuestra mente los visuales del álbum.

NOTA: 8.7

TOP 3: Break My Soul, Cozy y Alien Superstar.

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