Nicki Minaj regresa cuatro años más tarde de estrenar su último trabajo discográfico, que nos encantó, The Pinkprint, en este caso apuesta por algo más solemne, Queen. Solamente con el estreno de su portada ya hacía una declaración de intenciones, en el que Nicki quería recuperar su corona como la mejor rapera de la década. Nicki regresa tras una retirada un tiempo de la opinión mediática, ya que no estaba inspirada para componer.
Su intención es que la principal fuente de inspiración para la composición del disco fuese ese bloqueo y hablar de su recuperación, pero ciertamente no se ve claramente identificado en el álbum. Más se centra en la competencia y guerra entre raperas femeninas, las cuales la han desprestigiado y le han arrebatado esa corona. Obviamente tras esto, todos entendemos que va entre otras por Cardi B, que es la que actualmente más ha hecho tambalear su trono. Pero nuestra Onika no está dispuesta a pasar por alto esto y regresa para pedir esa corona que le pertenece y de paso empoderar la figura de la mujer, como temática que muchas de sus compañeras están utilizando.
A nivel de producción, Nicki Minaj no abandona ese hip-hop petardo que siempre la caracteriza; pero en esta ocasión nos trae un amplio abanico de estilos, en el que se recoge los estilos musicales que se han llevado en sus cuatro años de ausencia. Es cierto que queda armonioso y no desentona, pero es un disco que se queda entre dos aguas, no marca una característica clara propia de esta era.
Respecto a la voz, nuestra Nicki Minaj a lo largo de su discografía siempre ha nadado entre el pop y el hip-hop, en este caso apuesta por rapear en estado puro, en el que incluso podemos ver el buen trabajo a la hora de utilizar materiales como secuenciadores que dejan un muy buen sabor de boca.
En general, como hemos dicho anteriormente nuestra Nicki Minaj se encontraba desterrada del trono, quizás porque no nos ha dado tiempo a echarla de menos tras las innumerables colaboraciones que ha ido lanzando en estos últimos años o con algún que otro single que también ha estrenado. Es cierto que todos estamos acostumbrados a que esto suceda en el mundo del pop. Pero si es cierto que en el mundo del hip-hop este tipo de peleas por conseguir el liderazgo pertenecen a su cultura, como por ejemplo las peleas de gallos que todos hemos visto alguna vez.
Pero queridos, la trayectoria es la trayectoria y eso nadie se lo puede negar; nadie puede negar su lugar como la rapera más importante de la década; ya que ha empoderado el hip-hop femenino y lo ha llevado al TOP del panorama musical.
Con Queen, nuestra Nicki nos trae un álbum con temas con una estética más única e icónica que en eras anteriores como son por ejemplo Majesty o Ganja Burn. Pero si es cierto que conforme avanza el álbum va perdiendo calidad, con temas más genéricos hasta llegar a Coco Chanel que vuelve a resurgir cual ave fénix. Obviamente si tenemos en nuestras manos un álbum con 19 canciones, más el último FEFE, es imposible que no contengan algo de paja. Pese a esto, en general, no se desprestigia para nada la calidad del álbum.
Es cierto que desde que cerrara la era The Pinkprint, los temas que se han ido estrenando como Regret In Your Tears, Changed It, No Frauds o Barbie Tingz; hicieron que nos quedara un mal sabor de boca. Todo esto añadido a la en teoría mala elaboración del disco, con supuestos retrasos, daban imagen de que todo se estaba improvisando y obviamente hacían un mal presagio para el nuevo disco. Nada más lejos de la realidad, Nicki supera las expectativas, nos trae un trabajo muy sólido, del cual ha salido reforzada; en el que se guarda el equilibrio entre la música y las letras para dar un paso más allá en su madurez musical.
SANTÍSIMA TRINIDAD: Majesty Ft. Eminem & Labrinth, Ganja Burn y Good Form
NOTA: 6,7
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